Prádena de Atienza

 

El nombre de este hermoso pueblo proviene de prádena (del latín “prader ano”, que significa prado lejano) y Atienza, porque se sitúa dentro de los límites geográficos y administrativos de ésta villa.  

Está situado en las postrimerías del Sistema Central, dentro de la Comunidad de Castilla la Mancha, al norte de la provincia de Guadalajara, casi limitando con las provincias de Soria al norte, y de Segovia al noroeste.

Está ubicado en las estribaciones de la cara norte de la Sierra del Altorrey, con sus 1850 metros de altura sobre el nivel del mar, el tercer pico más alto de la Comunidad, después del pico del Lobo y del Ocejón, del que le separan escasos kilómetros.

En relación a esta proximidad geográfica, existe una bonita leyenda, que cuenta que un padre, que tenía tres hijos, cansado ya de que estuvieran constantemente discutiendo entre ellos, les impuso un severo castigo. Cada uno de ellos fue mandado a un pico. El primero al Ocejón, el segundo al Altorrey y el tercero al Moncayo . Desde la cumbre se podían ver y gritar, pero no tocarse.

En la cima del Altorrey está situada una humilde ermita, de estilo románico, que según reza en la puerta de entrada, fue reformada en 1785, y que agrupa dentro de la Hermandad del Santísimo Altorrey, a los numerosos pueblos que hay en sus alrededores. Varios de ellos, incluido por supuesto, Prádena de Atienza, celebran actualmente el primer domingo del mes de Septiembre, la romería del Altorrey. Hace algunas décadas, cada pueblo subía por su cuenta, en diferentes días, a rendir honores a su patrón, pero en los últimos años, se decidió realizar una romería unificada, aunque se conserven, como nota pintoresca, la formación en grandes corros de los vecinos de cada pueblo.

Prádena es un pueblo de montaña, con numerosos arroyos y pendientes, situado a una altura media de 1144 metros, con pendiente pronunciadas, y con las cada vez menos frecuentes, casas típicas de piedra y tejados de pizarra negra. Esta construcción especial, hace que se pueda asemejar a los pueblos relativamente próximos de la “ruta de la piedra negra”, del noroeste de Guadalajara. Y aunque esté fuera de esta ruta turística, con los potenciales beneficios económicos y lúdicos, que tiene la “cultura de las vacaciones de montaña” más institucionalizada en estos otros pueblos, hace que Prádena posea un toque inigualable de originalidad y belleza, dada la conjunción de su arquitectura típica, con el magnífico enclave paisajístico que lo rodea.

Dentro de lo más destacable de su arquitectura está la iglesia de estilo románico rural, llamada Natividad de Nuestra Señora. Recientemente se ha restaurado la “casa de la Maestra”, edificio ubicado en la zona media del pueblo, y que ha conservado en su reconstrucción, los valores urbanísticos antes reseñados.

En el momento actual, están censados en el pueblo 46 habitantes. Sus vecinos se dedican fundamentalmente a la ganadería, sobre todo de ganado caprino y ovino y lo compaginan con una agricultura ecológica, para el consumo propio. La ganadería caprina goza de gran prestigio en la comarca y son numerosos los pedidos que se hacen de estos cabritos, criados en los montes, entre los restaurantes de pueblos vecinos y también más alejados.

Prádena tiene la suerte de contar con dos bonitos ríos, que riegan sus tierras, además de incontables arroyos de montaña. El Pelagallinas (del latín “pera galina”, que significa piedra blanca), después de atravesar magníficos bosques de pinos, imponentes masas de rocas o cuevas como “la cueva del oso”, a los pies del Altorrey, va recogiendo aguas de diversos arroyos, como el arroyo Matanija, el de Valdeojos, etc. A mitad de su recorrido, atraviesa con aguas más calmadas, pero todavía algo bravías el pueblo, para a continuación ir avanzando entre meandros y gargantas estrechas, hasta el río Bornoba. En estos dos ríos, crece gran variedad de flora y fauna, siendo de especial relevancia la fina trucha del río Pelagallinas, muy apreciada en cualquier mesa de la comarca.

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